Tuve el privilegio de tener a Mari conmigo durante mi embarazo.
Como amiga y también, debido a que nuestros bebés tienen solo un año de diferencia, ella fue un ejemplo, mi consejera, una fuente de conocimiento. Ella me enseñó no solo lo que no sabía sobre el parto y la maternidad, sino también sobre las emociones, sobre el puerperio y la importancia de tener otras mujeres a nuestro lado en este momento tan precioso, apoyándose mutuamente, sin juicio.
Es cierto lo que dicen: se necesita una aldea para cuidar a un niño.